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LA VEREDA SALINAS EXPRESION DE LA CULTURA

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La Vereda Salinas se ubica al suroeste del Municipio de Caldas, a una distancia de siete kilómetros del casco urbano y con una población aproximada de 1.247 habitantes (Planeación Departamental 2007), su desarrollo habitacional se extendió a lo largo de la vía del Ferrocarril de Antioquia (antes Ferrocarril de Amagá), la construcción del ferrocarril propició la aparición de caseríos paralelos a la vía.
 
A los de mi generación, nos correspondió conocer de cerca la operación, funcionamiento y desarrollo del ferrocarril de Amaga, después Ferrocarril de Antioquia, más tarde Ferrocarriles Nacionales de Colombia, tuve la fortuna de nacer en el Paraje La Montoya de la Vereda Salinas, mi alcoba estaba a cuatro metros de distancia de la vía, se diría que mi cuna no la mecieron mis padres, se meció con el trepidar de las locomotoras.
 
El tren tuvo un significado emotivo y sentimental en las poblaciones que vivimos a su paso; la presencia de las locomotoras en movimiento generaba una indescriptible algarabía, mezclada de susto y admiración que mi mente de niño no alcanzaba a identificar pero quedó tatuada en mi alma , cómo olvidar la alarma por la presencia de una locomotora impulsada por combustión de carbón que genera vapor de agua en una caldera de donde se desprenden unos pistones que conectan a las ruedas para darles movimiento.
 
Pero volvamos a la alarma, se originaba por la lluvia de partículas ígneas, que estos aparatos expulsaban por la chimenea con fatales consecuencias por los incendios que provocaba en los cultivos y predios aledaños a la vía.
 
Recuerdo que a mi residencia la incendió una locomotora, por fortuna mis hermanos y vecinos sofocaron las llamas oportunamente.
 
Los residentes aledaños a la vía teníamos que estar en guardia, ahí viene la 8 la máquina carbonera, se tenía que estar atentos en qué lugar se insinuaba humo para que acudir a apagar el inevitable incendio.
 
También conservo en mi mente el desempeño de la cuadrilla de trabajadores ferroviarios, al mando de un “Capitán” por jefe, encargados del mantenimiento de la trocha por donde transitaban los trenes, en su labor de reposición de traviesas, también llamados polines o durmientes, tarea vital para asegurar la correcta circulación de los trenes y por supuesto, encargados de la limpieza general de las obras civiles, desagües, alcantarillas, sumideros y caños.
 
Era un atropa alegre y mamagallista, trabajaban coordinadamente y al compás, cual ejército en revista militar, y como olvidar a ese pobre hombre encargado de cocinar para la cuadrilla, ataviado de ollas, pailas, cucharas, chocolateras y leña para el improvisado fogón, al que sus compañeros llamaban “cocinero”, lo recuerdo solicitando autorización a mi familia para abastecerse de agua del estanque o para retirar los accesorios de cocina, que en la tarde anterior había dejado depositados en el corredor de mi casa, para repetir la tarea del día anterior.
 
Todas estas vivencias, estos conceptos crearon en nosotros una cultura: la cultura ferroviaria.
 
Hablar del Patrimonio Ferroviario, es hablar de Patrimonio Histórico, es hablar de líneas y trazados que surcan, delimitan y marcan territorio, obras de fábrica, trenes, autoferros, estaciones+ (estación Salinas, aún en pie), talleres, bodegas, depósitos, puentes, túneles, taludes de más de 80 metros de altura descuajados a pico y pala, caños para la conducción de aguas construidos piedra a piedra y terraplenes para nivelar profundidades, para allanar la vía del tren.
 
Allí en la vereda Salinas podemos apreciar vestigios de estas obras como testimonio de un pasado que marcó progreso, que cambió la vida de muchas poblaciones con la llegada del ferrocarril. Todo esto de un gran valor histórico, un legado cultural.
 
Bienaventurados los que nacimos a la vera del ferrocarril pues adquirimos la cultura ferroviaria.

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