EN CALDAS TRAS LA HUELLA DE MENDIA

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UN RECORTE DE PRENSA – PERIODICO EL MUNDO DE MEDELLIN, Sábado 13 de Octubre de 1979 (Publicada nueve días después de la muerte del poeta Ciro Mendía en el municipio La Ceja, Antioquia el 4 de octubre del mismo año.

Ciro Mendía nació en Caldas Antioquia el 1º. De mayo de 1892.

 

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Por Eugenia Vélez de O.

 

Caldas, un pueblo muy acogedor lleno de tradiciones, apellidos de abolengo y mucho señorío, donde todavía a la gente le queda tiempo para conversar si afanes, visitar a los vecinos y recitar viejas poesías.

 

Buscando la huella del poeta Ciro Mendía, llegamos hasta Caldas para orientarnos, nos valimos de una matrona muy bondadosa, Graciela Corre de Posada, quien, según nos informan, había sido su novia, hace más de sesenta y cinco años.

 

 

La señora negó rotundamente tal noviazgo, porque eso había sido “bobadas de muchachos”, pero si dijo que habían sido primos. Todo poeta tiene la obligación de haber tenido una prima a quien dedicarle sus primeros versos, y Ciro Mendía no fue la excepción.

 

Cada persona tiene sus recuerdos especiales del poeta, y doña Graciela, si hacerse de rogar, se sienta en la mecedora a rememorar los suyos, momento que aprovecha el gato de la casa para treparse en sus rodillas y dormitar tranquilamente allí.

 

“Conocí a Carlos desde el año ocho, comenta la señora. Era un muchachito piernipeludo, muy avispado, era él algo malo, a quien nadie lograba hacer ir a misa, un aún amenazándole que se lo llevaría el diablo. El decía que el diablo no trabaja los domingos.”

 

“Su familia muy pobre, paupérrima, muchas veces ni almorzaban, porque su padre, el hombre más inteligente de Caldas, fue tinterillo o abogado, gababa muy poco. El pueblo era muy pequeño y la gente ni pleiteaba o pagaba nada por sus pleitos…Además era muy toma trago y le dio por ser liberal y escribir barbaridades en un periódico que hacía solo. Por eso lo excomulgaron los curas y tuvo que ir con su familia a Yarumal…A Carlos lo mandaron a Bogotá a estudiar, pero estudió muy poco y se fue para Medellín. De allí nos mandó un retrato muy serio, muy bien vestido, con un libro bajo el brazo”.

 

En Medellín se relacionó con toda esa gente…El Negro Cano le indicó como se hacía un soneto, y comenzó a hacer versos. Al principio se los llevaba siempre a su papá, para que le corrigiera la ortografía y la gramática, pero después los versos le salían derechito y nadie los corregía.

 

Entre sus primeras poesías esta Sor Miseria, pero los versos más bellos que hizo se los escribió a la vieja sirvienta de su abuela, la negra Rosa que lo había acompañado muchos años. Y suavemente, con una entonación a lo Berta Singerman, la anciana empieza a recitarlos:

 

Una noche, noche oscura, se murió Rosa, la criada.

Para morirse se puso su mejor camisa blanca.

Ay Rosa de mis abuelos, casi de mi madre hermana.

Como la quería María, como la quería Tatana.

Rosa hablaba con la risa y reía con el habla,

Como el aprisco de azúcar de sus dientes le brillaba!

Ay Rosa, la negra Rosa, ay qué bueno me pegaba

Si no corría al aljibe a traer poemas de agua

Ay Rosa, la negra Rosa, en el jardín de la casa

Azucenas y gorriones dicen blanca, blanca, blanca.

Dios en el alma de Rosa sus vacaciones pasaba.

Cuando murió, de una nube, se vio caer una escala,

Murió de buena, de buena, de virginidad de plata

La muerte apenas le dijo: Escúchame dos palabras,

Y se quedó dormida, pensando en la madrugada

Y despertó en el cielo, alegre y acicalada.

Con un corsé de la Virgen y un polizó de Santa Ana,

Y en tanto que el desayuno de sol y luna preparaba

Ángeles y querubines dicen: Santa, Santa, Santa.

 

Eh Ave María, el siempre escribía muy lindo, concluyó la señora, llena de entusiasmo.

 

Su primera novia fue Susana Estrada, la muchacha más linda Caldas, que fue después reina de los Juegos Florales. Pero eso era cuando en Caldas estaba el Salón Minerva, y venía lo primero de Medellín. Pedro Pablo Betancur, Carlos E, Restrepo. Ciro Mendía se ganó una lotería, se fue para España, y lo dejamos de ver muchos años. Cuando regresó, traía una capa española muy linda, y las mujeres se morían por él…Ah, pero se me olvidaba lo más bello hizo un drama llamado “Arrayanes y Mortiños, y cuando vino a Medellín la artista Virginia Fábregas, lo representó. A ella le regalaron una corona de laurel…Usted sabe de ese cuento? No, repuse yo.

 

Entonces se lo voy a contar, porque es muy bonito. La artista le entregó la corona a Ciro, quien se la agradeció con esos versos:

Muchas gracias, voz de cielo

Voz que a ninguno remeda,

Voz con arrullos de seda

Y mimos de terciopelo

Voz clara de “ritornello”

Voz de lira y de ravel,

Y gracias manos divinas,

Porque en mi calvario cruel

Trocaste una corona de espinas

En corona de laurel.

 

Seguimos en silencio, y después la señora me dijo que no tenia más recuerdos de Ciro Mendía. Hablamos de otras cosas, de otros poetas, de otras poesías. Recitó entonces versos de Roberto Muñoz Londoño, José María Ospina, quien cantó a la belleza de Susana Estrada, comparando sus ojos con las violetas, los lirios y las rosas. El gato despertó maullando, y en el café de la esquina Carlos Gardel comenzó a cantar un tango.

 

 

SALUD, CALDAS MIO

 

 

En vidrio, loza, montes, puente y rio,

mi pueblo tiene la mirada buena.

Cielo roto, lo llaman, que allí truena

y llueve día y noche, (grato frio)

 

En su paz mi niñez estuvo llena

de trompos y cometas de alto brío,

de riñas con el hijo de mi tío,

(aún en mi boca su puñada suena).

 

En mi casa, de hambre heroína,

La pobreza llegaba a la cocina

y hacía de las suyas sin la llama.

 

Fue allá mi caso cumbre, mi primera

travesura sexual con la frutera

(Cocuyos, ella y yo sobre la grama).

 

 

NOTA: El recorte de prensa es cortesía del Dr. Alvaropio Posada Peláez, nieto de

            Doña Graciela Correa de Saldarriaga.

            La transcripción del texto a cargo de Hernando Cano Cano, Secretario  

            Del Centro de Historia Tres Aguas del Municipio de Caldas.

 

 

                                                                                  Caldas, marzo 23 de 2024.

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